De lo risible a lo trágico… un paso es
Un
día cualquiera, como cualquier otro, surgieron esas contradicciones diarias que
a nadie asombran. Un día cualquiera como el 6 de septiembre de 2013 se para un
hombre negro de semblante imponente y con voz convincente y habla en beneficio
de la humanidad. En su discurso urge a sus conciudadanos a entender la magnitud
de la situación pero sobre todo invita a
sus compañeros de juego a una singular ocurrencia.
Señala, este respetable señor, que en algunas ocasiones la mayoría no tiene la razón, que cada cual debe tomar decisiones trascendentales y distanciarse, en la medida de lo posible, de los “saberes populares”. Esos saberes vulgares y pueblerinos que sólo en contadas ocasiones ofrecen información útil para los individuos importantes. Un consejo muy útil, en dependencia de dónde provenga.
Señala, este respetable señor, que en algunas ocasiones la mayoría no tiene la razón, que cada cual debe tomar decisiones trascendentales y distanciarse, en la medida de lo posible, de los “saberes populares”. Esos saberes vulgares y pueblerinos que sólo en contadas ocasiones ofrecen información útil para los individuos importantes. Un consejo muy útil, en dependencia de dónde provenga.
Invita,
este ilustre caballero de la justicia, a que se violente un acuerdo fundamental
de las sociedades democráticas.
¿Qué tal si olvidas la voluntad de tus constituyentes y piensas en lo que es mejor para América? Dice, como suelen decir algunos “americanos”, al referirse a su país y por añadidura al resto del mundo.
¿Qué tal si olvidas la voluntad de tus constituyentes y piensas en lo que es mejor para América? Dice, como suelen decir algunos “americanos”, al referirse a su país y por añadidura al resto del mundo.
Acto
seguido prosigue a invitarnos a no olvidar la importancia de las guerras mundiales, como para añadir fuerza a su
planteamiento salvador, situación que no deja de insultar mi integridad moral y
cívica y me obliga a contestarle.
¡Cierto es señor presidente de los Estados
Unidos de América!… ¡Cierto es!
No
podemos olvidar las primeras dos guerras mundiales. Tampoco podemos olvidar la
posibilidad de una tercera a juzgar por la irresponsabilidad de sus acciones. Está prohibido olvidar, por añadidura, el uso de agente naranja sobre nuestras tierras. Es prohibido olvidar las múltiples pruebas con sífilis y otros bienes sobre poblaciones de América Latina. Esto sin contar los golpes de estado.
Por supuesto, tampoco podemos olvidar que los países democráticos obtienen su poder de la voz mayoritaria.
Por supuesto, tampoco podemos olvidar que los países democráticos obtienen su poder de la voz mayoritaria.
No
olvidemos, por supuesto, que la democracia representativa es, ¡eso
mismo! Un modo de organización política en el que aquellos elegidos por la mayoría tienen el deber fundamental
y básico de responder en favor de los intereses de aquellos a los que representan. No olvidemos tampoco, que
fue usted recipiente, hace unos años atrás, del Premio Nobel de la Paz. Premio
que se verá seriamente comprometido y tal vez manchado de sangre tras una intervención
unilateral a la que se opone gran parte del “saber popular”. No olvidemos
tampoco que el conflicto de Siria no es nuevo, que en el pasado había muerto
gente pero les hacía falta una excusa de intervención. No olvidemos, además,
que son los EE.UU una excelente fábrica de “excusas” cuando del interés
nacional se trata. Interés que en muchas ocasiones no tiene tanto de nacional
puesto que no va a las par con el del resto de la nación. En definitiva, no olvidemos qué es la política
y qué es la democracia. Y en caso de que nunca lo hayamos tenido claro… ¡clarifiquémoslo!
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