Saturday, September 14, 2013

De lo risible a lo trágico… un paso es

Un día cualquiera, como cualquier otro, surgieron esas contradicciones diarias que a nadie asombran. Un día cualquiera como el 6 de septiembre de 2013 se para un hombre negro de semblante imponente y con voz convincente y habla en beneficio de la humanidad. En su discurso urge a sus conciudadanos a entender la magnitud de la situación  pero sobre todo invita a sus compañeros de juego a una singular ocurrencia. 

          Señala, este respetable señor, que en algunas ocasiones la mayoría no tiene la razón, que cada cual debe tomar decisiones trascendentales y distanciarse, en la medida de lo posible, de los “saberes populares”. Esos saberes vulgares y pueblerinos que sólo en contadas ocasiones ofrecen información útil para los individuos importantes. Un consejo muy útil, en dependencia de dónde provenga. 

Invita, este ilustre caballero de la justicia, a que se violente un acuerdo fundamental de las sociedades democráticas.

¿Qué tal si olvidas la voluntad de tus constituyentes y piensas en lo que es mejor para América? Dice, como suelen decir algunos “americanos”, al referirse a su país y por añadidura al resto del mundo.

Acto seguido prosigue a invitarnos a no olvidar la importancia de las guerras mundiales, como para añadir fuerza a su planteamiento salvador, situación que no deja de insultar mi integridad moral y cívica y me obliga a contestarle.
 

 ¡Cierto es señor presidente de los Estados Unidos de América!… ¡Cierto es!

No podemos olvidar las primeras dos guerras mundiales. Tampoco podemos olvidar la posibilidad de una tercera a juzgar por la irresponsabilidad de sus acciones. Está prohibido olvidar, por añadidura, el uso de agente naranja sobre nuestras tierras. Es prohibido olvidar las múltiples pruebas con sífilis y otros bienes sobre poblaciones de América Latina. Esto sin contar los golpes de estado.

Por supuesto, tampoco podemos olvidar que los países democráticos obtienen su poder de la voz mayoritaria.

No olvidemos, por supuesto, que la democracia representativa es, ¡eso mismo! Un modo de organización política en el que aquellos elegidos por la mayoría tienen el deber fundamental y básico de responder en favor de los intereses de aquellos a los que representan. No olvidemos tampoco, que fue usted recipiente, hace unos años atrás, del Premio Nobel de la Paz. Premio que se verá seriamente comprometido y tal vez manchado de sangre tras una intervención unilateral a la que se opone gran parte del “saber popular”. No olvidemos tampoco que el conflicto de Siria no es nuevo, que en el pasado había muerto gente pero les hacía falta una excusa de intervención. No olvidemos, además, que son los EE.UU una excelente fábrica de “excusas” cuando del interés nacional se trata. Interés que en muchas ocasiones no tiene tanto de nacional puesto que no va a las par con el del resto de la nación.  En definitiva, no olvidemos qué es la política y qué es la democracia. Y en caso de que nunca lo hayamos tenido claro… ¡clarifiquémoslo!


Clarifiquemos que bajo todo régimen democrático la soberanía recae sobre el pueblo, sobre los constituyentes. Sobre esas personas que por una u otra razón han delegado su poder en manos de aquellos que se hacen llamar "capaces". En otras palabras, el discurso del presidente resulta en un abierto atentado contra toda ética de gobierno democrático. Un atentado contra sus constituyentes, contra el mundo y contra la conciencia. Es una burla al poder ciudadano que redunda en el enaltecimiento de la mentira en aras del interés de unos grupúsculos. Unos grupos que viven del capital, de nuestro sacrificio y de la ignorancia. Por eso, ante este escenario deberíamos comenzar por  preguntar. ¿Hasta cuándo?... Seguido por un pensamiento transformador...
 
Escrito por: Víctor A. Meléndez

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