Wednesday, August 28, 2013

El cheesecake en Macondo


“Cuando el infierno son los otros, el paraíso no es uno mismo”
-Mario Benedetti

Un día como el 28 de agosto de 2013, cuando se debaten temas tan importantes como la intervención militar en Siria o las vistas públicas para la gestión de un plan decenal de educación puertorriqueña, surge un acontecimiento aún más significativo. La apertura de un local muy autóctono, necesario e indispensable para el desarrollo vital y humano del pueblo de Puerto Rico. Un lugar tan y tan importante cuya finalidad última es… ¡vender cheesecake! 

Ante este esperado acontecimiento, como no podía faltar, salen a la calle todos estos individuos que no tienen mucho que hacer, sea por las razones que sean, para plantarse en una cola de cien personas con el objetivo de deleitar tan inusual postre azucarado. 

Es alrededor de las diez de la mañana cuando debajo de ese sol, característico de nuestra isla, se  sitúa una hambrienta centena de personas, listas y preparadas para lo que sea. Listas para echar el resto y hacer lo que haya que hacer para probar ese escaso bien llamado cheesecake. 

En ese momento, cerca de las 10:40 am, cuando la ansiedad aprieta y los ánimos se caldean resuenan los primeros  “¡Eh! Esa gente se está colando” seguido por un “¡Si yo llevo aquí desde las ocho de la mañana!”.  Acto seguido suena un “¡Muévete, muévete o te saco!” “No, yo de aquí no me muevo”.  

En medio de todos estos dimes y diretes no puede evitar uno recordar aquella frase célebre que nos cuestiona… ¡¿Qué nos pasa Puerto Rico?!

Esa interrogante se queda en mi cabeza haciendo un eco increíble. Un sonido tan molestoso que al final me obliga a expresar lo que llevo dentro. ¡¿QUÉ NOS PASA PUERTO RICO?! Pues yo te voy a decir lo que nos pasa…

Nos pasa que en un día tan importante como hoy, o como cualquier otro, la excelentísima prensa de este país dedica un espacio para informar sobre la apertura de una tienda, de un “espaciecito” del mercado y las situaciones tan penosas que allí se dan. Tenemos una prensa que en vez de dedicar una mayor cantidad de tiempo a informar sobre acontecimientos internacionales - ¡que sí son pertinentes! - prefiere deleitarnos con el circo acéfalo-cívico de algunos de los integrantes de nuestra sociedad.

A esto se le añade el carácter tan vulgar, irracional y pobre de algunos ciudadanos de este país. Recordemos, por favor, que cuando se vive en sociedad es necesario acordarse que el civismo, la cordialidad, el respeto, la empatía y la responsabilidad son valores deseados por todos los seres humanos… Bueno por lo menos por aquellos que deseamos vivir en una sociedad medianamente saludable. Aunque claro está, los medios de comunicación, el mercado y el fomento sistemático de la individualidad nos han distanciado del principio fundamental de la convivencia social que es, en última instancia,  sobrevivir.

Y para sobrevivir y más importante aún, vivir bien, nos resultan indispensables estos valores tan fundamentales que, por desgracia, nos cuesta tanto practicar mientras hacemos una cola.
  
Tal vez por aquí deberíamos empezar. Antes de entrar de lleno a echar culpas al mercado, a los medios, al trabajo y la enajenación, tal vez deberíamos pensar un poco en cuáles son las expectativas de sociedad que tenemos. ¿Qué deseo a portar a mi país? ¿Qué espero yo de mis conciudadanos? ¿Qué les puedo ofrecer yo a ellos? Y sobre todo ¿Qué estoy dispuesto/a  ceder por el bienestar general?  

A esto se le pueden añadir interrogantes dirigidas al conocimiento propio como por ejemplo: ¿Cómo me siento ante la situación actual del país? ¿Cuál es la situación actual de mi país, de mi familia, de mis amigos? ¿Cómo contribuyo yo a esto? ¿Cómo puedo mejorar lo que percibo como erróneo?

Si reflexionamos y empezamos por hacer éstas preguntas seguramente daremos inicio a un debate personal que podría abarcar las esferas más influyentes del ámbito social. Un debate que a muchos les vendría bien y que tal vez a unos cuantos les desagradaría enormemente. Un intercambio de ideas que esté dirigido a darle forma a esta masa amorfa que llamamos país. Un punto de partida para construir... desde adentro.

Escrito por: Víctor A. Meléndez 



Alarma y reinicio...

 Alarma y reinicio…


Hablando del decrecimiento, de otros planes, otras metas.
De otra forma de vivir y organizar nuestras agendas.
De cómo eliminar, a las súper compañías
Adheridas a nuestro vivir como una gran calcomanía.




A ese interés económico que nos distancia del ambiente,
Que nos enajena del saber y de todo ser viviente.
Nos creemos capitanes de una gran embarcación,
Aunque aún no conocemos dónde se encuentra el timón.


No  podernos organizarnos justamente entre nosotros,
Y queremos decirle al “nature” lo que haremos con su logro.
Queremos gobernar lo ingobernable, dominar lo indomable
Es la madre naturaleza quien nos abofeteará en grande. 




Se nos reirá de frente y nos apartará de un soplo,  
Nos mirará de reojo y por encima del hombro.
Seremos aquellos ingenuos que quisimos controlar todo
Inventando un sistema ficticio para dominarnos unos a otros.


Seremos los ingenuos del mundo, los atrevidos ostentosos
Los que se paseaban por la vida con ínfulas de dioses poderosos.
A los que la naturaleza un día les apagó la lucecilla   
Para que no osaran confundir el oro con la mirra.


 


Así se acabará la historia del animal más revoltoso
El que inventó la violencia y el mundo quemó a trozos.
Aquel único fósil del animal más despiadado
El que creó un mundo mental y se distanció del que ya estaba creado.



               Escrito por: Víctor A. Meléndez